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El Túnel

Esnesto Sábato

Novela de Ernesto Sábato

Conclusión analítica

 

Juan Pablo Castel es un personaje que al principio mueve al lector casi a la compasión, en vista de su soledad, parece sólo alguien que está desesperado por comunicarse y no sabe cómo hacerlo. Después a medida que el lector va conociéndolo, comprende que Castel es un enfermo de espíritu, de soledad absoluta y quizá mental. Esto último, a medida que la obra evoluciona, se tiene casi la seguridad de ello, ya que Castel tiene una permanente actitud de crítica, de observación exagerada, obsesiva en lo analítico para con los demás.

Esnesto Sábato
Esnesto Sábato

Posiblemente a raíz de su auto represión,  de su auto desvalorización, es a la vez represor con todos los demás, y desvaloriza constantemente al mundo que lo rodea. Lo que hay que tener en cuenta en cambio,  es que el personaje es un producto de esta sociedad esclavizante, por lo tanto muchas de sus afirmaciones son quejas valederas, como cuando hace referencia a la soberbia, la vanidad, la falsa modestia, el sometimiento del hombre por el hombre en el campo de la concentración de poder, en una palabra, la reversión violenta de los valores.

Desde el punto de vista de los sentimientos, de los afectos, Castel  parece tenerlos dormidos y a causa de dos obsesiones analíticas durante toda la obra, uno llega a preguntarse a quién quiere Castel, ¿A María? , yo lo dudo, él quiere a alguien imaginado, nacido de su obsesión. En ningún momento tiene una actitud generosa, una actitud de dar, de darse, como sucede en el amor. Él mismo confiesa a veces cómo la presiona para saber cómo lo quiere ella. Por otra parte es desgarrante  la soledad que trasunta  cuando se siente comprendido, sólo porque María ha observado esa escena que para él representa tanto, y a partir de ahí se adueña de ella, y la busca desesperado esperando encontrar toda la comprensión que le falta en su mundo interno. Pero creo que más que comprensión, él busca compasión, compasión por esa soledad que tanto le pesa y en la que se aísla, despreciando al hombre sin tener en cuenta que él también lo es, y que alguien puede necesitarlo.

Cuando muestra toda su mordacidad y se burla de la sociedad llamándoles “bichos”, cuando describe cómo nacemos y morimos en medio del dolor, mientras otros están naciendo para volver a empezar, no se da cuenta que él está contribuyendo con su resignación al destino, y que lo que está planteando más que la soledad de la humanidad, es su propia soledad: “¿Toda nuestra vida sería una serie de gritos anónimos en un desierto de astros indiferentes?”

Es tan cruel consigo mismo como lo es con María. No se permite nada, por eso tampoco concibe la libertad de ella como ser humano. En uno de sus sueños se siente pájaro, es decir, libre, pero la otra parte represora no lo acepta.  Así en medio de sus amigos se siente atrapado, atrapado por la soledad. De estas dos partes habla él mismo, cuando cuenta que la división en su conciencia ha hecho estragos en muchas de sus actitudes y que se encuentra en una permanente lucha consigo mismo.

En cuanto a que no hay sentimientos positivos lo revela así el narrador cuando dice, que su comunicación con María era tan sutil que luego quedaba más solo que antes.

Es evidente que es un ser que sufre mucho, y traslada todo lo negativo de su interior al mundo externo.

En el capítulo XXVIII hace referencia  a la importancia del transcurrir del tiempo, a la importancia de un instante. Le preocupa la fugacidad de la vida.

Es como si con el transcurso de la obra el personaje fuese perdiendo la cordura hasta llegar al crimen. En el momento que describe lo que sucede con la carta que quiere rescatar, cuando se detiene en el lunar con pelos de la empleada, a uno le recuerda la obsesión del personaje del “Corazón Delator” con el ojo en el anciano, y ya entonces el lector sabe o presiente que Castel puede llegar al crimen.

Al final de la novela él reconoce su túnel oscuro y solitario en el que había transcurrido toda su infancia, su juventud, su vida.

El suicidio al que a veces recurre como presión para retener a María, es a la vez, como dice “El Lobo estepario”, una puerta, una salida posible que le permite creer que la abrirá cuando ya no resista más.

La última página nos lo revela  como a un loco, cuando sigue aún analizando actitudes de los otros, cuando sospecha que los médicos se ríen a sus espaldas de él, y sigue sin demostrar ningún sentimiento de pena o arrepentimiento por lo que ha hecho.

Norma Aristeguy
Norma Aristeguy

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