La Indiferencia
Se manifiesta de forma airosa. Se muestra orgullosa de no estar aunque esté. Huele tanto a masculino como a femenino. Se desata, a veces en la ceguera de la venganza, otras, deshaciendo deseos ajenos en forma casi inocente. Quiebra resistencias con su vacío de lenguaje, prestando orejas sin oídos y miradas sin vista. Va sembrando tormentos en sus recorridas vacías de atención. El desinterés se posa sobre las sombras ávidas de su disposición. Ejerce con maestría la fascinación del desapego. Inútil será interponerse en sus manejos de seducción de ausencia premeditada, logrará que cualquier intento de llamado de atención, sea cual sea la luz que parpadee, parezca una insignificante banalidad en lo más opaco del sinsentido.