Conclusión Analítica de «El Código Da Vinci»
No me ha parecido más que una novela de entretenimiento, aunque conmigo tampoco eso ha logrado. Se me hizo sumamente extensa, con diálogos carentes de atracción, generalmente vacíos de contenido, diálogos en los que se repiten sin necesidad conceptos ya vertidos en páginas anteriores, que no agregan nada nuevo, sin adelantos. El único diálogo rescatable, que logra por un momento atrapar la atención está en la página 508 entre el Secretario del Vaticano y Aringarosa.
Intuyo una leve intención de rescatar el papel femenino en la historia del planeta, pero, no lo veo tomado con seriedad.
En la página 324 cuando hace referencia a la simbología en los dibujos de Disney, en cuanto a sus posibles mensajes de, “la religión, la mitología pagana y la diosa sometida”, al retomar los cuentos de Blancanieves, Cenicienta y La Bella Durmiente, no es que descrea que pueden estar simbolizando la caída de Eva en el Jardín del Edén, o la historia del Grial contada a los niños, sino que parece algo traído de los pelos de la forma que la información está insertada en la novela.
Además ya se entraría en el terreno de si Disney realmente estaba interesado en reflejar simbologías ocultas, o si además de ser un iluminado en el campo de la creatividad, no era también un visionario de las finanzas al que le interesaba incrementar su fortuna. Me inclino más por esto último.
Si fuera cierto el hecho de que no es casual, el que La Sirenita fuera pelirroja y que con esto está haciendo mención a María Magdalena dentro de toda una simbología, entonces habría que comenzar a estudiar la vida y hechos de Disney, para ver si descubrimos un hombre diferente del que conocemos.
Por otra parte no agrega nada nuevo para aquellos quiénes leemos todo cuanto podemos sobre los misterios, los símbolos ocultos y las mentiras que vienen de la Iglesia. Es sabido desde hace tiempo que Constantino necesitaba establecer la divinidad de Cristo para establecer la posterior unificación del imperio, eso lo explica y lo aclara muy bien el autor Laurence Gardner en “La Herencia del Santo Grial”.
De los manuscritos del Mar Muerto ya nos hablan varios autores, entre ellos, James Redfield.
Del inicio y herencia de Jesús, de la Biblia y de los evangelios, nos informa lo mismo que el autor de “Los Hermanos de Jesús y de “La Novena Revelación”. Es decir pone en boca de personajes, información obtenida de otros autores. Hay que hacer notar que Brown dice que todo ha sido fruto de una investigación suya y que lo que afirma en la novela es cierto. Es partiendo de esto último que el lector pretende algo más nuevo y substancioso, y si es posible, que no se haya leído antes.
Tal vez habría sido más honesto hacer un trabajo de ensayo serio, que una novela en la que uno sólo encuentra datos de otros autores contemporáneos; y que no cumple siquiera con lo que se pretende de una novela, por lo menos encontrar un mensaje o al menos entretener.
En la página 293 hace mención de las copas que son de vidrio, pequeñas y sin pie, en La última Cena, sembrando la duda sobre el cáliz del grial. Me pregunto si habrá alguien con tal grado de ignorancia, que, interesado en el tema pueda haber pensado que el Santo Grial, debía ser exclusivamente un cáliz como se ve en las películas. Me parece un planteo vago, absurdo y burdo, rayando casi en la estupidez.
Su teoría sobre el Santo Grial no merece ponerse en duda, ya que es sólo eso, otra teoría más, y todas pueden ser posibles o no. Hasta que se sepa algo que se pueda comprobar, todas las interpretaciones son válidas. La mayoría piensa que el Santo Grial es una metáfora que tiene que ver con los valores, Brown propone que es una persona.
Todo lo que en esta novela se dice sobre Eva y el pecado original y la finalización de lo femenino como divinidad, transformándose en demonio e impureza, ya lo dice, en un trabajo muy serio de investigación llamado “La Hembra Humana”, Luis Leopoldo Franco.
En cuanto a su explicación de las pautas sociales para un judío, por lo que Jesús no podía ser soltero, la información está tomada casi diría textualmente, de “Los Hermanos de Jesús”.
En la página 309, en uno de sus párrafos habla de la descendencia de Jesús, y debido a su redacción, no está claro si dice que Jesús es descendiente de Salomón o que David lo es. Si fuera esto último, sería un gravísimo error, por eso prefiero pensar que está mal redactada la oración.
Ya Luis Franco nos dice en su obra que tanto la religión católica como las otras dos importantes que hay en el mundo, hicieron todo lo posible por demonizar el sexo para no perder poder.
De “Las Cartas de la Doncella Perdida” también lo dice Gardner en su libro.
Lo más aprovechable sea quizá las afirmaciones sobre el Opus Dei, que tampoco sorprenden, porque quién no sabe ya del poder de esta orden, en el mundo entero.
Cuando el lector va terminando de leer, se encuentra con un final previsible y además llega el momento en que todos los personajes son cómplices, dando así la impresión de que ni el propio autor sabe quién es el honesto. Se hace sumamente arduo y cansador arribar a la página final, después de un sin fin de diálogos que se repiten y carecen de interés.
Opinión de una lectora y escritora compulsiva.