El Hombre Que Yo Amo
De manos muy grandes, para acariciar o gesticular según su momento. Con la genialidad de pocos, con el mal humor de los que saben, con el decir honesto y el pensamiento a flor de piel. Con el ritmo de la experiencia o de una canción sabida, me abarca, me seduce, me envuelve en su conocimiento, y me lo presta. De espaldas al egoísmo, con el pecho puesto en los sentimientos, la mirada ahondando en mis entrañas, alza sus ojos y me...
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