Hoy, ella comprobará si las letras desahogan o si por el contrario, le dan ese falso recato que la acerca a la muerte.
Ha tenido momentos de una felicidad fugaz. Tan fugaz que en una noche de su perenne insomnio hizo a un lado el seguro estuche en el que guardaba el nacimiento de sus hijos. Hurgó y hurgó, buscando otro día en el que se hubiera sentido muy feliz. Tenía que ser algo que le hubiese sucedido por sí misma.
Después de tanto tiempo de vida se dio cuenta de que no recordaba nada tan importante como para juzgarlo así. Y si lo había tenido, había sido un pensamiento, un sueño, algo parecido a un soplido, a un latido, tan pero tan veloz que no le había permitido incorporarlo como tal.
Todo un despertar. Jamás se había hecho antes ese planteamiento.
Reconocerlo fue volver a nacer, volver a respirar, volver a gritar, volver a temer, fue… parirse sola.
¿Con quién compartirlo? ¿A quién le importaría? Si ya casi debía regresarse de sí misma…
Además, ¿cómo se mediría la felicidad? ¿En pasos? ¿En respiraciones? ¿En risas? ¿En lágrimas? No lo sabía. Porque acababa de enterarse que no había pasado de un anhelo.
¿Y en qué habría cambiado su hoy de haber conocido la vehemencia de la felicidad?
Amar a quién amó ya no quería, ser quien quiso ser ya no importaba y sofocarse en la estrechez de la razón, acabaría con ella antes de lo previsto.
Quizá le arderían menos los ojos, pero le dolerían más los huesos; esos mismos huesos que los demás creen, que es debido a los años que pesan en cualquier historia, y que hasta parece natural que sea de ese modo.
Nadie sospechó que sus huesos dolían de tanta gente amontonada, tanta censura enlatada, tanto vituperio descarado, y tanta mirada ajena.
Por eso su tristeza ronda que ronda, porque tampoco está sola, está acompañada de imposibles, está a la intemperie, está descastada, está en las garras de la ingratitud.
Está desnacida.
2 respuestas
Es un relato muy tuyo, Norma, muy personal en forma y en contenido. Esa manera de desnudar el alma, de hacer la radiografía de un ser, en este caso de esa persona que se reinventa de repente, que coge conciencia de la plena realidad y de cómo ésta nos ha condicionado y nos condiciona aún siendo conscientes de ello. El relato es pura poesía, querida amiga, es pura entrega de una excepcional escritora valiente.
Me agradó mucho y qué bueno es leerte y aprender: deslizas las palabras con fluidez y elegancia.
Un fuerte y agradecido abrazo desde esta Barcelona bimilenaria con ribetes de modernidad.
Teo.
Mi querido amigo Teo, no había visto acá el comentario. Muchas gracias no sólo por tu palabra, sino por la comprensión en detalle que haces, y también por tu tiempo de buena voluntad, de lectura. Generalmente cuando uno sobrepasa la brevedad de unas líneas, cuesta conseguir la mirada del otro. Me lo dicen en persona, que no les gusta detenerse en textos muy desarrollados y ante el primer vistazo del lugar que ocupa ni comienzan. Los comprendo, en esta carrera sin pausas ni ventajas contra el tiempo.
Así que agradezco tu generosidad y me alienta para seguir adelante. Me seguiré arriesgando. Si mi único lector tiene tu visión y generosidad de opinión, vale la pena el intento.
Un abrazote muy grande, querido amigo Poeta.