Quererte vestida de verano, imaginar tus madrugadas con los celos de saber que únicamente volvería a verte con el sol.
Quererte porque me hacías fuerte, porque me sentía hermosa, porque me creía única.
Quererte cuando te acercabas con la timidez del niño en adolescencia, porque dibujabas mi boca más que besarla.
Quererte con tu mano en mi cintura, rodeándome como si ya fueras un hombre y yo, una mujer.
Quererte en el perfume de las madreselvas que nos rodeaban en aquella vieja estación, donde apenas si merodeábamos el paraíso, sin darnos cuenta que eran sólo un par de rieles amenazando con tu ausencia.
Quererte porque me escuchabas, siempre me escuchabas, único, con tu mirada fija y tu oído atento.
Quererte con simpleza, con la inocencia que nos prestó la vida reflejada en un soplido egoísta y fulminante.
Quererte sabiéndome a salvo, porque estaba a tu lado, porque caminábamos muy juntos en una comunicación que nos absorbía la palabra, en la que ni los muslos se atrevían a tocarse.
Quererte pateando piedritas, caminando derecha sobre tacones de domingo, amando tu sonrisa complaciente o sentando promesas en el largo banco de madera, con uno de tus brazos sobre mis hombros y el otro aferrando sueños que no cumpliríamos.
Quererte en la inocencia de desconocer ataduras y mandatos del destino, que luego nos lloverían a mansalva.
Quererte con permiso, mirando el reloj y atenta a la vuelta a casa, como si fuéramos presos, como en la canción de Serrat pero en la prisión de la época, esa época que algunos dicen que era mejor.
Quererte en tiempos difíciles, mirar por diecisiete vidriosas ventanas de cuidados excesivos, sin voz ni voto, pagando el precio de ser jóvenes.
A tan sólo sesenta años después comprendo la pureza aquella de querernos, capaz de enamorarme de tu sonrisa amplia, de tu mirada varonil y su filamento incandescente, que escondías bajando los párpados, tu amor también se guardaba en el respetuoso dolor de la abstención, era tu manera de amarme en esa antigua parte de la historia.
Quererte casi en el Medioevo. Así era. Así fue en aquellos días.
Quererte en el abrazo apretado de promesas, no subir al vagón del futuro, y despedirte, sin maletas que fueran mías, viéndote alejar entre el humo y el alargado silbato, y un pedazo de mí, alojado para siempre en los bolsillos de tu pecho, porque así debió haber estado escrito en algún lugar del firmamento..
Seguir pateando piedritas, aferrándome a Almafuerte, era tu voz en mis oídos, en el camino solitario de vuelta a casa. Siempre mirando el reloj…
Quererte, esperar y recibir tus cartas, sentir que algo se me resbalaba en el pecho con cada palabra en tinta, y el llanto que reemplazó tu compañía.
Quererte a la antigua siendo rehenes de los nuevos tiempos, siendo paridos por la filosa severidad de entonces.
Quererte con mis ataduras de género y treparme a mitad de camino al tren de la rebeldía, cuando todavía no era el momento, cuando aún las mujeres no decidíamos.
Querernos, querernos… a la antigua.
6 respuestas
Qué hermoso texto Normita, qué romántico, tiempos de horarios permitidos, de caminatas aferrados a las manos o la cintura, precioso, muy poético y nostalgioso. Gracias por el placer de su lectura. Un beso amiga y felicitaciones.
Gracias a vos Beatriz Graciela Moyano, no sólo por tu comentario, sino que lo leíste casi de inmediato al subirlo, me contagias tu entusiasmo. Un abrazo fuerte.
Cómo dibujas el amor, (que yo al leer sitúo en la adolescencia) ese amor de merodeo casi, de cortejo frecuente, de novios que se forman en el paseo, en el amor y en el mimo. QUERERTE… Y nos lo dices con esa dulzura que mima el alma con la inteligencia de quien sabe dibujar los colores y la película hermosa de los sentimientos. ¡Qué belleza, Norma! De asombrosa esencia, exuberante, profunda magnética, llena de verdaderas iluminaciones…. Me dejaste ensimismado con el suave y vibrante escrito.
Muchas gracias, apreciada amiga.
Mi querido Teo, conmueve tu comentario, siempre es bueno también, tener la mirada del varón en estos temas, y tu comprensión e interpretación es casi la misma. Me alegra mucho que te haya gustado y que compartas mi queja. Me conmueve siempre leas más allá de mis propias palabras. Un fuerte abrazo a través del océano, querido amigo.
Melo Norma, disculpa que ayer no tuve tiempo de leer este hermoso poema , en el que la voz dialoga desde un cronotopo de viaje hacia el pasado, el que nos regalas como siempre cargando la nostalgia y la melancolía …pero incluyendonos en ese mismo espacio, a los que como tú fuimos capaz de vivir esos amores, inocentes , remotos, intensos, en lo que fuimos personas siempre con la mirada hacia esa realidad incolume al amor hacia lo que pensabamos y pensamos que es y debe ser el amor . El amor que se amontona en el pecho y crece con el tiempo a pesar de derramarse antes de tiempo y perderse en el abismo de la inconstancia del otro…Esa profundidad en este mensaje me lleva a reconocer la misma melancolía que se destila en mis versos…Abrazos.
Mi muy querida poeta, espero que sabrás disculpar mi demora, hacía un tiempo que no publicaba y no me había enterado de los mensajes por responder. Muchísimas gracias, veo que ambas coincidimos en esto de los sentimientos y los amores juveniles.Te doy un abrazo y me alegra mucho armonizar en tantos aspectos, sobre todo en éste del amor.