El tiempo es un señor insolente que cuando quiere se presenta como si él no envejeciera, mostrando el poder de ir y venir como le plazca. Sin contar, que lo que en algún momento fue liviano y volátil, su propio paso lo pudo haber convertido en piedra.
Este largo camino que termina donde no hay final, precisamente, ha sido recorrido con este señor, que cuando te roza te entorpece de arrugas el cuerpo, te aporrea con prejuicios, te descalifica en el amor, te seduce en algún espejo mentiroso y luego te mata a traición.
Llegará el día en el que ya no importe lo que pienses, lo que digas o lo que hagas, porque los demás sólo lo verán a él, no a vos.