La Necedad
De aspecto inofensivo, se desplaza en una figura ambigua con sinuosidades femeninas y contorsiones masculinas. Todos sus cómplices, la terquedad, la ignorancia, la sandez, el delirio, son el ejército de recursos que la acompañan. Por lo general está siempre flanqueada por esta guardia pretoriana que se explaya en cátedras, donde su herramienta más peligrosa es el intento de convencer, cincelando oídos que, al machacar la palabra hasta la saturación, puede lograr instalar, vestida con la gala de un discurso fatuo, el resbaladizo vacío espiritual, ético y social, de una realidad distorsionada que ha partido de la gestación de una fantasía o de un saber fracasado desde el intento, y paradójicamente abortado en la obstinada batalla por demostrar conocimiento de lo que ignora.